6.15: Suena el despertador, me levanto. Tomo conciencia de mi cuando estoy preparando la cafetera. Me siento al ordenador y leo los titulares de la prensa.
6.30: La primera taza de café cae por la garganta. Preparo el bocata de mi hija que todavía sigue en la cama durmiendo tranquilamente.
6.45: A levantarse tocan, a las ocho empieza la clase y tengo que estar en la oficina (todavía tengo trabajo... mañana no se sabe).
7.45: Llegamos al cole y salgo corriendo al metro. Bajo las escaleras mecánicas como una exhalación.
8.00: salgo del metro. Panorama visual: las trabajadoras del sexo siguen en el mismo lugar que ayer.
8.05: Sentada en mi mesa buscando el próximo trabajo. Llega la "compañera" de oficina y responsable de la misma, no hay saludo matinal.
9.00: Tengo una reunión fuera y preparo la documentación.
10.00: En el metro de nuevo, puedo relajarme leyendo.
10.30: Sala de visitas en un organismo público. Me reciben. Sonrisas y manos. Suelto el discurso, la otra parte suelta el suyo, muchas gracias, estaremos en contacto, intercambio de tarjetas, y si te he visto igual me acuerdo igual no.
Regreso tranquilamente. Pensamientos divagantes: puedo pedirle al médico de la seguridad social que me de la baja por depresión... me dan ganas de llorar...o de reir.
12.00: En mi mesa. No suena el teléfono.... contesto emails. LLaman a la puerta.
Son las gerentes de la empresa de limpieza de la oficina que hacen una visita de cortesía.
La responsable de este lugar se asoma las mira de arriba abajo y vuelve a tomar el teléfono. En voz alta le dice a su interlocutor "Parecen gente pero no son". Repito la frase en mi interior: parecen gente pero no son...
Contexto: entidad que se ocupa de temas sociales. Parecen gente pero no son...
Se queda grabada en mi memoria y en mi retina, la expresión de las chicas a las que va dirigida.
Todos los días acaban siendo sorprendentes y a veces traumáticos.
Patricia - Gata Dabu
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