Es un hecho cierto que sólo un 4% de mujeres ocupan puestos en los Consejos de Administración en las empresas en España. La mujeres se han incorporado al mundo laboral, cada día están más cualificadas, pero el porcentaje de ellas que llegan a puestos de alta responsabilidad no crece proporcionalmente. ¿Cuáles son los obstáculos a los que tenemos que enfrentarnos para desarrollar una carrera profesional? ¿Hay que renunciar a la vida personal para conseguirlo o hay otras soluciones posibles?
Hace unos meses daba una conferencia sobre igualdad y conciliación de la vida personal y laboral, ante un auditorio de empresarios (hablo en masculino porque eran todos hombres excepto dos mujeres) y cuando empecé a hablar de ese dato un oyente levantó la mano y poniéndose en jarras me dijo con toda sinceridad: no queremos que las mujeres nos quiten el puesto de trabajo y para conseguirlo hacemos fuerza valiéndonos de nuestras influencias y recursos. Claro que también tienen a su favor los miles de años de historia escrita por hombres en la que se obvia cualquier referente femenino. Y esto de la invisibilidad da para mucho.
Volviendo al tema. A medida que vamos subiendo en el escalafón jerárquico de las organizaciones, encontramos menos mujeres. Esta regla se cumple a nivel mundial y se da en todos los sectores económicos incluso en aquellos en los que la presencia de la mujer es mayor. En Europa las mujeres ocupan un 32% de puestos directivos pero sólo un 10% llegan a ocupar puestos en los Consejos de Administración. La disparidad salarial entre hombres y mujeres, ocupando puestos de la misma capacidad y responsabilidad, es de un 15% como media.
El techo de cristal aparece, como un obstáculo invisible, en la carrera profesional de las mujeres, que las impide avanzar. El techo de cristal es un conjunto de normas no escritas o cultura empresarial o social que dificulta a las mujeres acceder a los puestos de alta dirección, o a determinados ámbitos tradicionalmente ocupados por hombres. Su carácter de invisibilidad viene dado por el hecho de que no existen leyes, ni dispositivos sociales establecidos, ni códigos visibles que impongan a las mujeres semejante limitación, sino que está construido sobre la base de otros rasgos que son difíciles de detectar.
Las estructuras jerárquicas de las empresas y de muchas organizaciones y entidades, se rigen por reglas masculinas y el prototipo de empleado ideal sigue siendo un varón. La designación para ocupar puestos de alta dirección no se hace por méritos sino por elección y tienen mucha influencia las redes sociales que los hombres tienen dentro de las empresas. Sigue siendo predominante el estereotipo que relaciona al hombre como directivo considerando que la mujer no puede serlo porque no tiene capacidad de mando y autoridad. Estos estereotipos proceden n también del entorno familiar y educativo.
Otro de los problemas al que tenemos que hacer frente las mujeres, viene dado por la elección entre vida personal y laboral. La cultura empresarial predominante y vigente, es la que propugna que para llegar a ser alguien en la empresa hay que hacer una cesión completa de la vida personal ya que si no se hace no se tiene en cuenta a esa persona. Esta forma de gestión de los recursos humanos responde a ese prototipo masculino y a una sociedad basada en la división sexual del trabajo. También responde a un modelo basado en la generación de dinero y no de riqueza, en las políticas a corto plazo. En la actualidad las personas que buscan empleo (mujeres y hombres) valoran algo más que la prestación económica. Se empieza a exigir que las empresas sean sensibles a las necesidades de sus trabajadores.
Con el fin de superar estos problemas y también como motor para generar cambios en el ámbito empresarial, muchas mujeres deciden abandonar su carrera profesional por cuenta ajena para hacerse empresarias y gestionar así su tiempo y ver cumplidas sus expectativas profesionales y personales.
Poco a poco alguas empresas empiezan a incorporar otra forma de gestión y liderazgo, donde lo que se tiene en cuenta es el talento, la gestión de la diversidad y las políticas de igualdad de oportunidades, como valores añadidos y distintivos frente a la competencia.
Las mujeres son el 50% del talento y los recursos humanos. Es un agente económico especialmente relevante en la sociedad ya que tienen un gran poder de influencia en la compra de bienes y servicios. Un caso relevante que ejemplifica esta idea es el boicot que hicieron las mujeres japonesas a los productos franceses cuando éste país decidió volver a experimentar con bombas nucleares en algunas islas del Pacífico. Este incidente tuvo que ser resuelto por las representaciones diplomáticas de cada país y afectó a la economía francesa.
El apoyo de la familia, las amistades, la formación de redes de mujeres e incorporarse a círculos donde la mujer tiene un papel relevante, son elementos fundamentales que ayudan a consolidar el proyecto profesional o empresarial.
Patricia - Gata Dabu
Vocación: estudiante permanente
Profesión: abogada de causas difíciles (temas sociales)
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