
Han pasado unos cuantos años desde que escribí estas líneas a propósito de la película Unfaithful (Infidelidad) que estrenaron cuando me dedicaba a trabajar en proyectos de cooperación en República Dominicana. La sociedad en este país es esencialmente machista y aquellas mujeres que se salen de los cánones son calificadas y juzgadas sin ningún tipo de piedad y consideración. Esta película causó gran alboroto y algarabía y provocó en mí esta reflexión que comparto con quien quiera leerla.
Si nos ponemos a analizar las películas que tratan esta cuestión de la infidelidad, se puede observar que el drama se produce cuando es la mujer la que imcumple su compromiso de amor con su marido o compañero. Cuando se deja llevar por el deseo de la carne, cuando aun queriendo a su familia y a su pareja, se deja arrastrar por la adrenalina de una pasión nueva... en fin, esta mujer es calificada como una pecadora, sinverguenza, adúltera y no merece perdón.
Los guionistas, productores y directores son mayoritariamente hombres que nos dan un enfoque masculino de los problemas que quieren abordar. Este enfoque se queda grabado en la mujer como algo válido y normal. Lo que revela esta posición es que el sexo cuando quiera y con quien quiera, es patrimonio del hombre, es lo que ellos llaman la “infidelidad light” que tiene menos, por no decir ninguna, consecuencia social. Esto ha sido así desde tiempos inmemoriales y contando con el aval ético y moral del pensamiento cristiano-católico.
El hombre siempre ha tenido una necesidad de demostrar su virilidad permanentemente (que agotador...) y esta conducta no tiene porqué tener consecuencias ya que normalmente la compañera, mujer o esposa prefiere hacerse la ciega para mantener una relación, conservar la familia, pisoteando su propia autoestima o si lo descubre y decide ir al divorcio puede ser calificada de intransigente e insensible. Total una canilla al aire más o menos... si yo te quiero mi amor....
Si el papel que asume la mujer es el de amante de ese buen hombre, tampoco sale bien parada puesto que es la mala, la tercera en discordia, la que ha empujado a ese “santo” a la cama., a la perdición. La amante sería como el pañuelo de usar y tirar y.... a callar que si no me busco a otra.
Si el papel que asume la mujer es el de amante de ese buen hombre, tampoco sale bien parada puesto que es la mala, la tercera en discordia, la que ha empujado a ese “santo” a la cama., a la perdición. La amante sería como el pañuelo de usar y tirar y.... a callar que si no me busco a otra.
Es muy cómodo quererlo todo: necesito una compañera que me de estabilidad emocional y que siempre este dispuesta a abrir sus brazos para acogerme, que me escuche y que me entienda, que sea madre, amiga, compañera y amante cariñosa. Pero también necesito sentir que puedo seguir seduciendo que puedo complacer a más mujeres. Cada pareja, cada relación tiene sus reglas, y eso es una cuestión de dos. Pero claro lo que es injusto es aplicar la manga ancha a unos y a otras no.
Conservar y "alimentar" una relación no recae sólo sobre los hombros de las mujeres. Nada ni nadie nos obliga a estar con una persona, pero si queremos tener una relación estable con alguien, eso supone un respeto mutuo y compartido, y sino es así, pues lo mejor es estar sin pareja y poder tener relaciones con quien a uno le de la gana sin perjudicar a nadie.
Si eres mujer soltera, separada o divorciada y eliges esta opción, la sociedad te califica de cabeza loca, de mujer fácil, “ligera de cascos”. Pero si eres hombre, da igual el estado civil o la situación personal que tengas, eres un macho a carta cabal, un triunfador, un superman...La doble moral y la inequidad predominan en nuestra sociedad y lo peor es que nosotras hacemos en demasiadas ocasiones lo de los monitos hindúes: taparnos los ojos, la boca y los oídos. Así no vale.
Patricia - Gata Dabu